Pekín decretó ayer por primera vez la alerta naranja por la nube de contaminación que cubre la ciudad y se limitó la producción en la industria para reducir la emisión de gases tóxicos, así como la circulación de ciertos vehículos.
El cielo sobre Pekín se ve oscuro y gris, sin que el sol pueda colarse a través del espeso 'smog'. Los rascacielos de la metrópolis de 20 millones de habitantes desaparecen detrás de la nube de contaminación y la visibilidad no pasa de unos cientos de metros.
El aire huele a quemado y muchas personas llevan mascarillas. Los pequineses están acostumbrados a la contaminación del aire, pero nunca habían vivido algo así. Algunos tienen miedo de "la muerte por respiración", como ellos mismos dicen.
Entre las medidas, se prohibió a los niños salir al aire libre. Y se ordenó a los colegios en algunos distritos de la capital a cancelar las actividades en el exterior, los recreos, izar la bandera y las clases de gimnasia. A toda la población se le pidió “tomar medidas para proteger su salud”.
EFECTOS SOBRE LA SALUD
Los médicos alertan de que pueden causar ataques de apoplejía, problemas cardíacos, inflamación de las vías respiratorias y a largo plazo, cáncer. Los ancianos, niños y enfermos deben permanecer dentro de las casas. En general, las autoridades recomendaron a todo el mundo no salir.
Los hospitales de Beijing informaron que han aumentado los pacientes con problemas cardíacos y de circulación, así como las enfermedades respiratorias, debido a la densa nube de contaminación que cubre la capital desde el jueves.
EL ORIGEN DE LA POLUCIÓN
El alto nivel de contaminación se debe al carbón que queman la industria, las centrales eléctricas y las de calefacción. China obtiene dos tercios de su energía del carbón, del que es altamente dependiente. Con el enorme crecimiento económico del país, la demanda aumentó entre 2005 y 2010 nada menos que un 44 por ciento, según datos de la organización ecologista Greenpeace.
A ello se suman los coches, cada vez más. En la actualidad circulan unos cinco millones por la capital, frente a los tres millones de hace cinco años.
Debido a la presencia del 'smog' murieron el año pasado en Pekín y en Shanghai, Guangzhou y Xi'an 8.572 personas de manera anticipada, de acuerdo con un estudio presentado hace unas semanas por Greenpeace y la Universidad de Pekín. La cifra real seguramente es mucho mayor, admiten los científicos, porque la que manejan se basa en las mediciones oficiales. Además, se concentraron solamente en los efectos directos de la nube de partículas, pero dejaron a un lado los sufrimientos crónicos.
Para reducir la nube tóxica, Pekín y las otras metrópolis deberían limitar el uso del carbón y a largo plazo, reducirlo, según Greenpeace. En su lugar, deberían apostar por las fuentes alternativas de energía. Además, subrayan los ecologistas, un gran problema es que la mitad del carbón se quema en China en calderas industriales que son ineficientes y que liberan muchos más gases contaminantes que las centrales energéticas de carbón de uso en otras partes.
Fuente: lostiempos.com
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